
Hoy en día, un 53% de quienes ingresan a alguna carrera de educación superior son mujeres, pero, si miramos la distribución por áreas de interés, nos damos cuenta de que la brecha se acrecienta en carreras de ingeniería, donde tan solo el 27% son mujeres y, en algunas carreras como electricidad o mecánica, no alcanzan al 10%, siendo una realidad que se repite en muchos países de la región.
Pero ¿a qué se debe y qué podemos hacer para revertir las cifras? Según diversos estudios, no existe una determinación biológica o cognitiva ligada al género. La frase “las mujeres son mejores para las letras y los hombres para las matemáticas” se acuñó de un estudio que se realizó considerando solo intereses y dejando de lado las determinaciones culturales. Luego, en un nuevo estudio, donde las personas crecían en un ambiente libre de sesgos, se determinó que no había una predisposición hacia las letras o las matemáticas por parte de mujeres u hombres. De hecho, en términos cuantitativos, en la última evaluación nacional para estudiantes de 10, 12 y 16 años, se evidencia que no hay una diferencia significativa en los resultados de matemáticas entre mujeres y hombres, como sí lo hay en lenguaje, donde los resultados favorecen notablemente a las primeras.
Podemos concluir que la determinación se debe, en su mayoría, a un condicionamiento cultural, donde la familia y los estereotipos influyen profundamente. Desde la publicidad, hasta los adjetivos con que tratamos a niñas y a niños son diferentes, y son estos los que también van reforzando dichos estereotipos desde la primera infancia, pues las palabras crean realidades.
Buen camino
Sin embargo, tenemos que ser positivos y optimistas, viendo lo que se está haciendo como ecosistema. En primer lugar, contamos con diversas fuentes de datos nacionales, los cuales poseen una mirada de género y eso es fundamental para avanzar, lo que no se mide no se puede mejorar y el saber dónde estamos, nos permite trazar caminos para llegar a objetivos en relación a equidad.
Existen diversas iniciativas que se están llevando a cabo, todas son perfectibles, pero tenerlas es una señal que vamos por buen camino. Por ejemplo, en educación, el respectivo ministerio tiene una unidad de equidad de género, que está impulsando un plan de acción para garantizar una educación con igualdad de oportunidades y sin sesgos, o la campaña “Más mujeres en ciencias”, del Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, que impulsa el romper estos sesgos en este ámbito.
Por otra parte, las universidades están promoviendo y visibilizando sistemas de admisión universitaria con ingresos preferenciales a carreras de ingeniería para mujeres, a lo cual se suman programas de liderazgo femenino, mentorías internas y programas para atraer el ingreso de más mujeres a las disciplinas de ingeniería, sin dejar de lado el compromiso que ya han firmado varias casas de estudio, comprometiéndose con la equidad de género dentro de sus propias instituciones.
En Mujeres Ingenieras de Chile también hemos evidenciado que las propias estudiantes de ingeniería, académicas y profesionales, están trabajando en diferentes redes de colaboración para impulsar acciones concretas, apuntando a la disminución de brechas, tanto en el ámbito nacional como del extranjero.
En este mundo hiperconectado, y que, entre otras cosas, en pandemia nos ha llevado a vivir la conciliación en primera persona, tenemos una gran oportunidad, en la preparación de docentes en áreas de coeducación; es decir, educar sin sesgos, como también motivar a las niñas por la ingeniería desde sus etapas iniciales, para que crezcan en un mundo donde las profesiones no sean para “hombres” o “mujeres”, sino más bien, donde puedan descubrir sus talentos y definir qué es lo que quieren seguir por sus propias motivaciones, apoyadas en las diferentes etapas escolares. Acciones como visibilizar a mujeres referentes y en diversos trabajos, comunicando qué hacen las diferentes ramas de la ingeniería y cómo aportan al mundo, son también parte de la estrategia.
Una tarea que es de todos.
Pero más allá de lo que se está haciendo para impulsar este círculo virtuoso, tenemos que hacernos parte de la solución, ya que también la responsabilidad es nuestra, lo que tú y yo hacemos para que nuestras niñas y niños crezcan libres de sesgos y estereotipos y el ejemplo que entregamos en relación a la conciliación y corresponsabilidad, realizando un trabajo desde el círculo más cercano.
Todo el ecosistema influye, y también cada una de sus partes. El cambio y el impulso lo hacemos en conjunto. ¿Contamos contigo?
Consuelo Fertilio
Directora Mujeres Ingenieras
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